Sustituír en nuestro vocabulario el término "sexo" por "género" no es una ingenuidad de los vaivenes del lenguaje. Es, más bien, una seria amenaza para nuestra sociedad.
El lenguaje es un organismo vivo, en evolución. Pasa el tiempo y se van acuñando palabras nuevas, como expresión de los cambios culturales que se van sucediendo. Hoy se ha puesto en boca de muchos el término "género" que sustituye a la palabra "sexo".
Así, por ejemplo, cuando usted llena una solicitud de empleo, pudiera ser que ahí aparezca la pregunta: "¿cuál es su género?" en vez de "¿cuál es su sexo?" Utilizar la palabra "género" en nuestro lenguaje no es simplemente un signo de moda. Detrás de ese término se esconde una ideología malévola que busca abrirse paso en las conciencias para instalarse en nuestra cultura.
En 1995 se realizó la Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer en Pekín. Este foro fue aprovechado para lanzar una gran campaña de difusión del término "género". Muchos de los participantes de la cumbre ignoraban el sentido exacto de la palabra y pidieron una definición a sus propulsores.
Y fue así como la directiva de la Conferencia dio la siguiente definición: "El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo".
Una nube de confusión se creó entre los delegados, principalmente entre los provenientes de países católicos. Estos pidieron una explicación más amplia y esta fue la respuesta: "El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sujetas a cambio".
La ideología de género afirma que no existe el hombre natural ni la mujer natural, y que no hay una conducta exclusiva de un solo sexo. Esto quiere decir que no hay una esencia femenina o masculina, y que tampoco existe una forma natural de sexualidad humana.
Según los difusores de esta ideología, si usted nació como hombre o mujer, aprendió a comportarse como tal porque así se lo enseñaron en la cultura, pero no porque esa conducta pertenezca a su biología de hombre o mujer.
Por ejemplo, si usted es mujer y le gusta maquillarse, cocinar, cuidar los niños, ser detallista y delicada en sus relaciones con los demás, si tiene gusto por la espiritualidad y el arte, y si siente atracción hacia el hombre, todo ello se debe a que usted así lo aprendió de la cultura.
Como quien dice, se lo impuso la sociedad. Pero, en realidad, usted pudiera tener gustos y preferencias como las de un hombre porque no existe una naturaleza de mujer, ni una psicología femenina.
Los partidarios de la ideología de género también buscan difundir otros términos como "patriarcado o patriarcal" para hablar de control masculino sobre la mujer; "preferencia sexual" para decir que existen diversas formas de sexualidad incluyendo homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y travestis, todos equivalentes a la heterosexualidad; "homofobia" para indicar a las personas prejuiciadas en contra de los homosexuales; "heterosexualidad obligatoria" para señalar que se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.
Vivimos en una sociedad cada vez más andrógena o "unisex", donde las conductas que antes se consideraban exclusivas de un sexo, como por ejemplo utilizar aretes o ser policías, van siendo adoptadas por el sexo contrario. Un proyecto de nueva sociedad, con una pluralidad de formas de vivir la sexualidad y con diversos tipos de "familia", es el objetivo de quienes propagan la ideología de género. Eliminar la palabra "sexo" y sustituírla por el término "género" no es una ingenuidad en la evolución del lenguaje. Representa, más bien, un serio peligro para el matrimonio y la familia, y por tanto una grave amenaza a toda la sociedad.